El profesorado

¿Ordenador o profesor? El ordenador es a menudo una máquina que trabaja con más exactitud, precisión y perfección que el mismo profesor: nunca duda. Así pues, ¿la introducción del ordenador implica la sustitución del profesor? La respuesta es sí, siempre y cuando el profesor en el aula se limita a ser un simple ejecutor de programas educativos "mejores y más divertidos que él", sin poner nada más de su parte. Para ello no se necesita un docente, basta con un informático.

La respuesta es no, si el profesor sabe aprovechar el ordenador para todo lo que le supera, sabe guiar correctamente al alumno por el mundo de la informática para convertirlo en un ser autónomo y capaz "Aprender a aprender" por sí mismo, si sabe mostrarle una educación en valores más humana, si es capaz de enseñarle a acceder a la información y a seleccionar la más adecuada... El ordenador y el docente, aliados de esta manera, son una herramienta educativa insuperable.

¿Qué actitudes tienen los docentes ante la llegada de los ordenadores? Ferrer y Alcantud (1995) afirman que los profesores de la mayoría de países presentaron actitudes positivas hacia la llegada de estos aparatos y que, aunque en muchos lugares su utilización era mínima, afirmaban (y afirman) que este hecho ha contribuido a una mejora de la calidad educativa.

Sin embargo, hay gran cantidad de problemas entre los docentes y los ordenadores que podemos resumir en los expuestos por Cummins (en Tesouro, 1993) y Cuesta y Prat (1992): 

- La poca formación de los profesores en el uso y las posibilidades de las NTIC. 

- La mayoría del software educativo viene del extranjero y a menudo no se adecua a las necesidades de nuestro alumnado. 

- La resistencia a cambiar el currículo y el sistema educativo. 

- Una evaluación centrada en los contenidos, más que en habilidades o formas de aprendizaje. 

- Dificultad económica de reciclar el personal docente según las Nuevas Tecnologías. 

- Resistencia al cambio de importancia en los roles: el alumno cobra mayor importancia y es más autónomo, el profesor es un guía. 

- Los problemas de organización: falta de aulas, tiempo y recursos adecuados. 

- La falta de intercambio de experiencias entre escuelas muy separadas, especialmente de forma on-line. 

Por lo tanto, para el profesorado el principal problema viene derivado de una falta de dominio de las técnicas informáticas: por la falta de formación. También la inseguridad y una cuestión de “orgullo personal", ya que sus alumnos pueden llegar a dominar este mundo mejor que ellos mismos. A todo esto le tenemos que añadir el problema de elegir el material dentro de un mar de productos que, muchas veces, no se adapta a lo que nos interesa porque no lo hemos elaborado nosotros.

Respecto al punto de "resistencia frente al cambio de importancia de roles", los profesores deben mentalizarse de que su rol de "transmisores de conocimiento" tiene que cambiar. Con las Nuevas Tecnologías todo se transforma: "El alumno se vuelve gestor de su propio aprendizaje, el profesor se convierte en facilitador, colaborador y orientador de este proceso. Nuestra opinión en esta esperanza es la más probable y la más interesante de todas, un cambio de esta naturaleza en el ambiente de aprendizaje es estructural, afecta notablemente el clima escolar y posibilita formas de trabajo que probadamente favorecen la construcción de conocimiento y la práctica de habilidades y destrezas deseables ". (Zea, 2001, 2).

Otro problema que el software educativo les presenta a los docentes es la necesidad de tener que evaluarlo sin haber tenido ellos mismos preparación en su formación docente, es decir, sin antes haber recibido información de otros maestros con experiencia del producto (Rios, 2001). 

Por último, sobre la elaboración propia del software educativo, Antonio Bartolomé (1998), da referencias de algunos programas apropiados para estos casos, como serían: la Hypercard, el Authorware o el Director entre otros. Además de estos programas son necesarios, también, diseñadores gráficos, digitalizadores de audio, etc. Lo más importante no es que lo haga como un profesional, sino que se adapte a sus necesidades y a las de los alumnos.